Pequeñeces que me hacen feliz

Hace alrededor de un mes una compañera del trabajo me preguntó si tenía unos leotardos amarillos para disfrazar a su niña, yo no los tenía pero me ofrecí a comprarlos si los encontraba en alguno de los bazares chinos a los que voy de cuando en cuando y, casualidad, esa misma tarde fui a comprar lanas y encontré unos pantys de ese color. Los compré y se los llevé y cuando quiso pagármelos me negué... total por lo que cuestan... y a mí me da mucho gusto haber podido ayudarla. Y ¡sorpresa! al día siguiente se presentó con una latita llena de botones que eran de su abuela. Dice que de pequeña debía de ser muy cabezona porque su abuela le arreglaba los cuellos de los jerseys para que le cupieran mejor y compraba botones infantiles para poder ajustarlos después... y tenía todos estos guardados desde su infancia. Me encantan, los botones, las abuelas, las tontadas antiguas y mi amiga Patricia, que es quien me los trajo. Y yo más feliz que una perdiz.





Los hay de Snoopy, los pitufos, elefantes, coches y unos con un ancla dorada que voy a usar en algún trapito marinero para Nancy...

Comentarios

RuthB ha dicho que…
Que genialidad! Yo encontre el otro dia unos botones guapisimos tambien. Pero la cajita es una maravilla.

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